De todo como en botica
JUAN MEJÍA
10 de octubre - 11 de noviembre


Como es de común conocimiento, los wunderkammern, o gabinetes de maravillas, muy populares en la Europa del siglo XVII, empezaron como colecciones privadas de objetos curiosos clasificables bajo categorías de Naturalia, Artificialia, Mirabilia, Exotica, etc., destinadas a estimular los sentidos, el intelecto y el ego. Los coleccionistas, aunque aficionados, eran también los conocedores de las propiedades de las plantas y los objetos naturales, eran los apotecarios, los botánicos, los fisiólogos, y los encargados de desmantelar muchos de los mitos heredados de la Edad Media, como la existencia de los unicornios y la generación espontánea de muchas especies. (Todo el mundo sabe también que, en un sistema aislado, la energía no puede crearse ni destruirse, solo transformarse, y que la cantidad de entropía en el universo tiende a incrementarse en el tiempo.)

Los cocodrilos colgados de los techos empezaron a ser vistos en algunas iglesias me-dievales, posiblemente como alegorías sobre el triunfo del bien sobre el mal, o como encarnaciones del mismísimo dragón vencido por San Jorge. Otra versión asegura que, durante la Edad Media, los europeos creían que los cocodrilos eran incapaces de producir sonido alguno. Este silencio permanente, aunado a su habilidad para moverse con sigilo en cualquier condición pudo haber inspirado su figura como una guía del comportamiento ejemplar dentro de una iglesia.

Los dados están cargados, todos lanzan con los dedos cruzados, la guerra ha terminado, los buenos perdieron, la pelea estaba arreglada, los pobres siguen siendo pobres, los ricos se hacen ricos, etc. etc., así es como va…

La memoria, como el amor, es una cosa esplendorosa.



Índice    Siguiente︎